QUINQUE IN EADEM NOCTE
San Gregorio no le llegó a la parienta. Mala cosa. Fuimos a Cuenca y hay cuestiones que afloran horas y lágrimas terribles perversiones traiciones y felonías estrella de cinco puntas y bonetes de cuatro cuernos como el de los retóricos de Alcalá. Veo el rostro alargado de aquel seminarista que era hijo de una guardia civil de Azuqueca, minas borrachas,tiempos barridos con los berridos del José que toca el culo a la mujer, odio a este tipo un granadino de mala follá, y para colmo gafe, quien dirá que no son siete seis sotanas y un bonete pelotas hinchadas de viento me pongo en cuclillas para cagar que es como parir un poco mera actividad fisiológica. En el ser humano lo excretorio predomina; las gallinas rodean al gallo que vela por ella desde el almiar de la albarrada y en una mañana hasta 40 quiquis, a todas las cubre y a todas deja preñadas gallinas y mujeres todas ponemos unas ponen cuernos y otras huevos. Leo la Flos Sanctorum libro triunfal que canta 400 kirikies de una sentada. Se pusieron los montes de parto et quinque in eadem nocte no pudo ser al quinto. Gatillazo al canto y ahora pintan leños porque 48 cartas tiene la baraja en honor a los años que vivió Mahoma que mando que no se disputase su secta sino que se defendiera con la espada y el gallo es el áspid de los celos cantando gritos triunfales desde su promontorio muy generoso y solicito con el harén 1que el amo le dio a todas las pone a cacarear.
Tocas
basquiñas y alfileres. El animal más casto es la mula pues no se deja cubrir.
Azotar el trompo con la correa. Bárbara costumbre a la cola. Cola de la
universidad, pero en la mañana de enero aquel día de san Antón una cola de
estudiantes aguardaban al catedrático de prima que llegó al cabo los mofletes
colorados pues se había metido al pecho y espalda tres sorbetes de aguardiente
y dio tres besos a la epacta por los figones aledaños a la calle Libreros antes
de meterse con Aristóteles… haya paz los mis amigos… llevaba un jubón de paño
viejo bajo la sotana de refino segoviano que había ayunado a la intemperie de
más de veinte cuaresmas… paz a los míos y gracias al dios de lo alto le sean
dadas.
Sonó la
campana y ateridos de frío pues había carámbanos colgando de los voladizos a trancas y barrancas entramos a Prima a gozar
de la compañía de Aristóteles, rebuznó un asno en la cuadra de los frailes, y
domine Iñigo empezó su disertación, preguntó el pensum a un irlandés y este lo
recitó en latín con su media voz de trapo.
Alguien
chascó un pedo en los bancos de atrás y nos reímos quien ha sido quien es el
guarro. Entonces saltó como un tigre desde su cátedra domine Iñigo esgrimiendo
la caña amenazante. Uno dijo que era el burro del mercedario y lo escuchamos
desde aquí. No pudo ser tan lejos. El más aventajado de la clase Claudio Serantes
que era hijo del marqués de Siete Iglesias explicó al maestro de novicios que
nos dieron de cenar diamorón la noche antes pues la mancha de moras con moras
se quita y sonó otro cuesco que retumbó como un trueno de Júpiter en el aula
magna.
Las paredes
del claustro devolvieron el eco. Uno de Segovia hijo de un peraile
supuestamente aunque el pobre tejedor era solo putativo padre de aquel
estudiante a quien puso semilla en el mundo un canonigo empezó a hacer la
mamola juego que consiste en mover los puños como el que hace puñetas y hacer
pedorretas con los labios mientras se recita el confiteor de la cagalera… quien
se ha peído que huele a tocino quien se ha cagado que huele a bacalado,,, tú
por tú que has sido tú. Don Iñigo hecho un basilisco por el barullo que se
preparó en clase empezó a repartir mandobles entre sus doctrinos y para
atemperar el golpe los retóricos se tapaban las melondras con el brazo.
Tuvo la culpa
de aquel estrago el diamorón que les dieron las monjas. El jarabe de moras
optimo remedio a estreñidos, te vas de vareta la pata abajo, vamos, pero el gatillazo no lo
curan hierbas.
No dio con el culpable el profesor sañudo
aunque les hizo jurar a parte de la clase poniéndoles una Biblia al alcance de tal forma que en lugar de una lección de
prima aquello parecía una iglesia juradera. Así y todo, no dio con el pedorro.
El que marchó sin despedirse era el muchacho
de aquel tejedor del Acueducto que había salido fino muy refino como el paño
que se confecciona en dicha ciudad al que dicen Refino de Segovia, es tela
marinera, esto es: limiste, pana obreriza para que nos entendamos.
Quédeme sin
lena, perdía el huelgo pero muy alborozado, al ver cómo se jaleaban los
estudiantes, corriendo el gallo, y mira que todavía no eran las Candelas pero habían empezado los
canallas a hacer de las suyas después de cantar el Gaudeamus Igitur.
Sonó la
campana anunciando el final de prima y salimos a recreo, yo fuime a refugiar
junto a un moral que esta cabe el alpende o cobertizo que se oculta detrás de
un lavadero en la huerta del colegio.
Otrora, aquella especie de alberca
cuadrangular había formado parte de unas termas romanas frecuentadas por los
legionarios complutenses.
De un lado de
la pared, de granito toda, aun aparecieran unos hierros en forma de
escarpia. Eran las perchas o gándaras donde los usuarios del pediluvio y del
caldario colgaban sus galeas, sus morriones empenachados, las túnicas pretextas
y los sacerdotes de Júpiter la laticlavia y el cíngulo.
Tito Livio
nos narra las bárbaras costumbres de aquellos milites y équites de la Legión
VII que tenían en Alcalá el campamento cuando esto era Complutum y no habían
llegado los moros que la quisieron bautizar con el apodo de Alcalá o ciudad
castillo, borrando el origen, y su antiguo circo lo convirtieron en almádana.
Allí yo vi solazarse a las púberes canéforas que despabilaban las moscas
restregando el nalgatorio con ramas de abedul a grandes sacudidas. Por ser un
poco candajón o visitero me entero de todo, pues entro en todos los sitios.
Dicen que aojo y que poseo el don de ligadura pero yo creo simplemente que lo
que hago es fijarme mucho y corretear por los sitios. Tanto ando y tanto camino
que me rozo los muslos y Atenagoras mi esclavo me da una pomada de mejorana que
sirve de bálsamo a esa afección que llamaban antaño los castellanos intertrigo,
a veces se me levanta la piel y me salen escaras que talmente semejan dos
peñas, dos gollizos. El balano yerto, no lo levanta un muerto. Con que no peco
y yo en una coaxca haría el ridículo como está dicho. Una de mis jarifas me
llamaba tardón y otra me dijo cogujón. Eres un cojugón, cojones y yo le dije mira
mora Zaida unos ensillan y otros cabalgan, unos varean y otros cardan. Uno no
tiene una polla sino lana entre las piernas, debe de ser por culpa de la
próstata. Con eso en esas condiciones nada tiene de particular que unos buenos
tochos en la frente te nazcan, aseguró la Lauriana que vino a hacer la carrera
desde Bucarest cuando mataron a Ceucescu. Tú dirás lo que te dé la gana. Lauri,
pero solo en mi cama y villano en mi rincón me pedorreo por las noches cuando me da la gana y a mis anchas et quinque in eadem nocte para eso me he
comparado en el Corte Inglés una muñeca hinchable. Suspiros de España… más
madera
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